Espai miau, Barcelona, marzo 2001


fotos: Carlos Pina

En esta instalación se presenta una antología de los trabajos de Carlos Pina en el campo sonoro entre 1991 y 1999, acompañada por una serie de instalaciones, todo ello articulado en torno al YO (el autor) y al ENTORNO (del autor). La muestra se desplegó a lo largo de todos y cada uno de los espacios del espai miau.

El montaje se plantea en dos direcciones, una transversal, que sitúa al ENTORNO frente al YO y otra longitudinal, que desarrolla cada uno de dichos conceptos de forma evolutiva.

En la zona sur del espai, la correspondiente al entorno, se podía seguir en espacios aislados lo fundamental de la trayectoria musical del autor en orden cronológico, de lo más moderno a lo más antiguo: Hacia cero (1999), Detrás de las nubes(1997-1998), Les autres côtés du miroir (1994-1996) y Mémoire (1991-1994). En cada espacio, una instalación fijaba visualmente el contexto de cada obra: fotografías en la ventana, fotografías en el techo, el propio espacio y una escultura y una animación por ordenador, respectivamente.

Enfrentándose a la lectura anterior, el lado norte del espai presentaba un retrato multifacético del autor (F34.1 - F60.5) basado en elementos extraídos de su propia terapia, integrados en las instalaciones. Se iniciaba con una fotoinstalación, Casa, a partir del test HTP acompañado de un reportaje fotográfico del bloque en el que se encuentra el espai, seguía con una instalación, Instal.lació cerebral, con un gran electroencefalograma con unas luces navideñas que simulaban las ondas cerebrales, al que se añadía un collage de cajas de medicamentos y diagnósticos psicológicos escondido tras una cortina, para acabar con el núcleo aglutinador de la exposición, la instalación Detrás del silencio, entorno a la pieza musical del mismo título (1997).

En este espacio, a diferencia de los anteriores, lo que se creaba era más un entorno que una instalación, permitiendo al público sumergirse en un espacio íntimo y minimal, recorriendo los numerosos objetos cotidianos y personales de que se componía.

Por último, en la última habitación disponible se definía un espacio público, en el que los visitantes podían sentarse y comer algo o tomar una copa, y en el que la música también estaba presente. En esta ocasión no se trataba de música compuesta por Carlos Pina, sino una selección de cintas de cassette realizada por el mismo, en base a que hayan tenido algún significado especial en algún momento de su vida, por muy variados motivos. La música que sonaba en dicho espacio público, de esta manera, a pesar de ser escogida por los asistentes, daba una tercera lectura temporal, por cuanto permitía ver el entorno musical, y por tanto vivencial, que rodeó al artista a lo largo de casi veinte años.

Sobre la forma de aprehender la exposición, está muy ligada al concepto de lo que es el espai miau. Este espacio de exposiciones es, realmente, una vivienda y por tanto los asistentes son, también, invitados. La forma de presentar la exposición de obra en todas y cada una de las habitaciones de la casa obligaba a los asistentes a ir abriendo puertas y curiosear en las habitaciones; por otra parte, toda una serie de fotografías y objetos personales dispuestos como acompañamiento de las instalaciones aumentaban la sensación del público de estar invadiendo la intimidad de un hogar. Poco a poco, no obstante, los visitantes fueron relajándose y disfrutando con más calma de la muestra.


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