Desde 2007 mi obra ha seguido dos líneas básicas. Por un lado, he continuado el trabajo de crítica sobre la acumulación y el exceso de información en nuestra sociedad presente en trabajos anteriores y también en el trabajo colectivo de Stidna! a través de la fotografía, el vídeo y la performance.
Paper mullat (Papel mojado) (2007-2010) es un proceso performático desarrollado a partir de un trabajo en fotografía y que incluye la construcción de objetos y la realización de un vídeo.
Papel mojado reflexiona sobre la acumulación de la información y las implicaciones que tiene su destrucción. Vivimos en medio de una sobresaturación de información que ha convertido la supuesta “sociedad de la comunicación” en una “sociedad del ruido” en la cual la sobrecarga de información acaba enmascarándolo todo y no aportando nada; esta sobreinformació no es, empero, inocente. Existe una clara intención transgresora en esta destrucción de objetos y documentos coleccionados, por el valor que se les da en nuestra sociedad, puesto que en la llamada “sociedad de la información”, la información es considerada riqueza y nuestra sociedad capitalista identifica riqueza con acumulación; de este modo, el hecho de destruir información acumulada es destrucción de riqueza y tiene por lo tanto una intención política.
Por otro lado, mi trabajo en performance ha tomado un nuevo camino, en la línea de trabajo que he venido a denominar Historias (2007-2010), en las cual he utilizado la construcción de armas en vivo como elemento significante, para reforzar el discurso que articula la acción.
Mi trabajo desde el año 2004 giraba en torno al concepto de memoria. Muchos hechos han sufrido un proceso gradual de olvido, perdidos en medio de una amnesia eneralizada provocada por la sobresaturación de información de los medios de comunicación de masas, que han convertido la llamada "sociedad de la comunicación" en una "sociedad del ruido", en la cual el pasado es dejado de lado en favor de la voracidad y la búsqueda de "la novedad". Poco a poco, el concepto de memoria se fue ensanchando para desarrollar el concepto de anamnesis, de reminiscencia. Lo que se planteó inicialmente como un “deber de memoria” por mi parte se conviertió en un “derecho de memoria”, con la participación del público, un concepto más político. Y ligado con ambos y con el trabajo que desarrollaría a continuación, aparece otro concepto todavía más politizado, el de “delito de silencio”.
En paralelo a este trabajo de recuperación de la memoria, iniciaba el 2007 una serie de performances específicas para el lugar y para el momento concretos, de cariz igualmente político. El denominador común de estos trabajos es la existencia de un discurso que articulaba la acción -la palabra viva en acción- y la construcción de objetos durante la performance. En este trabajo utilizo a menudo la imagen de armas ligeras de asalto como objetos “culturales” que se pueden encontrar actualmente en todas partes. A pesar de tener una significación aparente muy determinada, considero que como imagen contienen una gran ambigüedad que permite lecturas múltiples. En su utilización no hay ninguna fascinación por el objeto como tal, sino la constatación de su universalidad como símbolo presente en todas las culturas modernas. De este modo, mi trabajo más reciente trata de establecer puentes entre las realidades sociales, culturales y políticas del lugar donde se desarrolla la acción y las de mi lugar de origen a través de símbolos universalmente reconocibles.
El arma de asalto como símbolo
No hay una fascinación en esta línea de trabajo por el arma como objeto sino como símbolo, por su potencia simbólica, y como objeto tangible de poder.
Considero que el arma de asalto es un símbolo ambiguo. La segunda enmienda de la constitución norteamericana reconoce el derecho a llevar armas, consideradas como símbolo de libertad. En última instancia es un símbolo de poder -el poder sobre la vida y la muerte-. Entre medio, empero, tiene muchas lecturas. El AK47 está presente en la bandera de Mozambique como símbolo de su lucha por la liberación anticolonial; pero para un checo representa la represión soviética de 1968. Por otro lado, vemos a los soldados norteamericanos repartir ayuda humanitaria con sus M16 mientras que en su país un psicòpata quita la vida a un puñado de personas con la misma arma. La perspectiva también marca la ambigüedad del arma: en tiempo de paz, un soldado en la calle con un arma de asalto indica un golpe de estado, mientras que un civil con la misma arma señalaría una revolución.
Mi trabajo moviliza estos símbolos; denuncio unos poderes que trabajan con nuevos sistemas de dominación -actualmente para dominar un país no hacen falta armas- y lo represento con armamento convencional, buscando con esta metáfora –acontecida arcaísmo por comparación con estos sistemas de dominación- una reacción del público. Pero también es bien cierto que la compraventa de armas continúa y que en tiempos de crisis es uno de los pocos comercios que sigue aumentando.
Me resulta especialmente sugerente utilizar un material aparentemente inocuo que se acostumbra a usar en las manualidades infantiles -y que también tiene connotaciones de reparación-, la venda de yeso, para construir las armas. También el relleno, hecho de periódicos, tiene implicaciones irónicas, puesto que son parte de aquellos “papeles mojados” de los cuales he hablado a menudo en mi trabajo.